Qué sería de mí sin vosotros,/ tiranos y, a la vez, embajadores,/ de la imaginación,/ verdugos del deseo/ y, al mismo tiempo, / mensajeros suyos,/ libros llenos de cosas deplorables/ y de cosas sublimes,/ a los que odiar/ o por los que morir.
(Por fuertes y fronteras de Luis Alberto de Cuenca)
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